sábado, 26 de diciembre de 2009

MONUMENTOS MASONICOS-HEBREOS DE BUENOS AIRES


Entendiendo a la masonería como aquella orden inspirada y direccionada en su más alta jerarquía por Satanás, pasamos a mostrar algunas marcas simbólicas de la siniestra internacional que aparecen en los monumentos más reconocidos de la ciudad de Buenos Aires, República Argentina. Simbologías que también conciernen al judaísmo, pues la masonería está plagada de significaciones que remontan a dicho pueblo, lo mismo que a sus personajes más encumbrados.

Aquí no hay antijudaísmo, señores, hay más bien pruebas concretas que son vistas –con atención o sin ella- por miles y miles de ciudadanos que pasan por delante de las obras que contienen los símbolos referidos. Haciendo esta aclaración, pues siempre están los malintencionados que ven fantasmas donde no los hay, esta nota tiene la finalidad de demostrar que, aunque parezca mentira, los monumentos, los espacios públicos, los cementerios tienen una significación oculta que no muchos entienden y menos aún comprenden.



ESTATUA MASONICA DE NICOLAS AVELLANEDA

A pesar de que en los registros no aparece el nombre de Nicolás Avellaneda como miembro de la masonería argentina, es iluso suponer que mientras fue presidente de la Nación (1874-1880) la masonería no estaba representada en la mayoría de los cargos gubernamentales de su administración, máxime si tenemos en cuenta el predominio masónico que tuvo lugar en el país desde 1852 hasta 1916, aproximadamente.

El monumento levantado en honor del ex presidente Nicolás Avellaneda fue obra del escultor José Fioravanti, y se encuentra en la avenida Del Libertador al 3600, a pocos metros del Parque 3 de Febrero, donde estaba el Palacio de San Benito de Palermo, la residencia de don Juan Manuel de Rosas. Fue mandado construir en 1934.

La obra que recuerda a Avellaneda es curiosa porque el ex presidente aparece en una postura muy similar a la que tenía Hiram al momento de ser hallado su cadáver, luego de ser asesinado por Jubelas (compañero albañil), Jubelos (compañero carpintero) y Jubelum (compañero minero). ¿Cómo es la postura de Hiram que Fioravanti esculpió en la figura de Nicolás Avellaneda? Aparece con el brazo izquierdo levantado y con la pierna izquierda levemente hacia delante. Al momento de ser hallado el cuerpo de Hiram, que fue rastreado por el rey judío Salomón, había en el lugar una rama de acacia que sirvió como punto de referencia. Sobre las acacias hablaremos un poco más adelante.

En la masonería, Hiram fue al Gran Arquitecto del Templo (de Jerusalén) y el único que poseía el secreto para ser un maestro o maestre albañil. Representa para la masonería
“el sol, que construye el templo de la naturaleza, fecundándolo con su calor y alumbrándolo con su luz”, sugiere la obra “Simbolismo de la Masonería” de Monseñor León Meurin.

Para los oscuros Caballeros Templarios, Hiram fue Jacques de Molay reencarnado. Molay fue el último gran maestre templario que murió quemado en una pira por hereje, en el año 1314. Jubelas, Jubelos y Jubelum serían
“el Papa Clemente V, el rey Felipe el Bello y el denunciador Squin Florian, por cuya acusación acometió el rey Felipe la destrucción de la orden de los Templarios”, dice la obra nombrada anteriormente.

Para el judaísmo, la persecución sufrida por Hiram antes de ser asesinado
“simboliza la preparación del reinado de Cristo, que se cumplió por el establecimiento de la Iglesia tras la caída de la Sinagoga. La búsqueda del cuerpo de Hiram significa los esfuerzos de los judíos para derrocar a la Iglesia y restablecer la Sinagoga decaída, la Sinagoga Kabalístico-talmúdica. El descubrimiento del cuerpo de Hiram, prefigura el restablecimiento del reino judaico, el Kether-Malkhuth de Esther y Mardoqueo. La muerte atroz a que fueron condenados los asesinos de Hiram significa el castigo reservado a los reyes cristianos, al clero católico y la nobleza de las naciones cristianas o, en una palabra, la extinción del Cristianismo por el hierro y el fuego”.


MONUMENTO MASONICO-HEBREO DE BERNARDINO RIVADAVIA

Figura broncínea de Moisés en el mausoleo donde están depositadas las cenizas de Bernardino Rivadavia, en plaza Miserere de la ciudad de Buenos Aires. El deseo de Rivadavia era que sus restos no descansen en tierra argentina...

Fue el masón y tergiversador de la historia argentina Bartolomé Mitre quien expresó que Bernardino Rivadavia fue “el más grande hombre civil de la tierra de los argentinos”. A decir del escritor Arturo Jauretche, Mitre “fue el fundador de esta zoncera”, pues nada más errado se pudo haber dicho sobre el mandatario que hipotecó las tierras argentinas cuando se pidió el préstamos a la Casa Baring Brothers en 1824.

San Martín mismo desenmascaró al traidor Rivadavia al afirmar que
“los autores del movimiento del 1° de diciembre [que derrocaron a Manuel Dorrego] son Rivadavia y sus satélites, y a usted le consta los inmensos males que estos hombres han hecho, no sólo a este país sino a toda América, con su infernal conducta”.

Bernardino Rivadabia (era con “b” y no con “v”) se inició en la masonería cuando estuvo en Europa, probablemente en Inglaterra. El Grado 33 Alcibíades Lappas, escribió que “iniciado como ya se ha dicho en Europa, actuó en la Argentina en las Logias Aurora y Estrella Sureña, y propició la fundación de la Logia Valeper”.

En 1923, aproximadamente, los masones decidieron erigirle un monumento en plena plaza de Mayo, pero al ser resistida dicha obra por parte de la Iglesia Católica, aquél fue levantado en su actual emplazamiento: la plaza Miserere del barrio de Once, Buenos Aires, frente a la terminal de trenes del lugar. Recién se inauguraría en el año 1932.

El monumento es de enormes proporciones y presenta una forma cúbica de aspecto masónico, que se remonta a la arquitectura que poseía el Templo de Jerusalén que perteneció al rey Salomón y que mandó construir el desgraciado Hiram. Pero además, para la masonería la piedra cúbica
“es la naturaleza formada, fértil, que produce espigas, trigo, vino”.

De la obra sobresale una estatua que yace frente a la misma, y que figura a Moisés, el hombre que fue encomendado por Yahvé para liberar al pueblo judío de la esclavitud en Egipto. La Torá, el texto sagrado del judaísmo, sugiere que Moisés es el máximo profeta de los hebreos. Ahora, nos preguntamos: ¿era Bernardino Rivadavia judío? Hemos señalado que fue masón y que hipotecó el país, características nefastas que hablan de su impresentable reputación como persona y ciudadano.

Entre julio y agosto de 2006 se hicieron unas excavaciones en una vieja casa del barrio Monserrat, en Buenos Aires, la cual perteneció a Bernardino Rivadavia. Así lo había certificado en el año 2003 un libro editado por la Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, que llevaba por título “San Telmo y Monserrat”. Una imagen fotográfica de la casa ubicada en la calle Defensa al 360 tenía como epígrafe “Casa de Bernardino Rivadavia”.

Se sabe que dicho caserón fue alquilado por el primer presidente argentino, y que allí habría vivido junto a su esposa, Juana del Pino, hasta 1826. El primer propietario, y a quien Rivadavia le alquiló esa casa durante varios años, se llamaba Francisco Tellechea. Con el tiempo, la propiedad de Defensa al 360 fue cambiando de dueños. Al 2006, la propietaria era la señora Susana Bencich de Cabezas.

A mediados de 2006, se hicieron unas excavaciones en la casa que habitó el masón Bernardino Rivadavia, que dieron por resultado el descubrimiento de importantes objetos de hierro que datan de los tiempos en que habitó aquél dicho sitio. Entre esos objetos había
“manijas, ladrillos fabricados con bosta (por los jesuitas), apliques, aldabas. Una de éstas ostenta una gran estrella de David”, informa el diario “La Nación” en una nota del 4 de agosto de 2006. ¿Cómo habrá llegado ese objeto hebreo a la casona donde vivió Bernardino Rivadavia? ¿Resulta lógico, entonces, que como figura principal de su monumento-mausoleo sobresalga la del máximo profeta del pueblo judío Moisés?



OTROS MONUMENTOS CON REMINISCENCIAS MASONICAS

La necrópolis de Juan Bautista Alberdi en el cementerio de la Recoleta. Hasta 1991 se constituyó en la tumba del jurisconsulto que sentó las bases para la proclamación de la Constitución unitaria de 1853. Alberdi le "da la espalda" a la bóveda donde descansa Juan Manuel de Rosas (en la imagen se ve parte de dicha bóveda, de color blanca y con una corona de bronce). Nada es casual.

Esto es apenas un muestreo de todos los monumentos que existen en la actual ciudad de Buenos Aires que remiten a la satánica masonería y al judaísmo. Ahora nos referiremos a 3 casos más que suelen pasar desapercibidos para el común de la población.

El primero al que nos vamos a referir tiene que ver con la columna levantada en honor del masón Juan Bautista Alberdi en el cementerio de la Recoleta. Ahí estuvieron los restos de Alberdi hasta el año 1991, cuando fueron trasladados hasta su provincia natal, Tucumán. Ahora queda ese monumento que se lo pasó a denominar necrópolis o cenotafio.

La trágica y vengativa simbología masónica se expone si observamos que tanto la columna como la estatua del jurista y político la dan la espalda a la bóveda de los Ortiz de Rozas, donde descansan los restos del católico y nacionalista Juan Manuel de Rosas. Históricamente hablando, Alberdi fue un despiadado enemigo del Restaurador de las Leyes, tanto fue así que el tucumano debió exiliarse a Montevideo porque conspiraba para derrocarlo a aquél. Juan Bautista Alberdi, una vez en suelo montevideano, se dedicó a escribir en pasquines unitarios gracias al dinero que recibía de Francia. Sus notas llevaban la firma de “Figarillo”.

Recurriendo nuevamente a una fuente masónica, Alcibíades Lappas afirma que Alberdi
“actuó masónicamente en Buenos Aires, Montevideo y Francia. Miembro honorario de la L. San Juan de la Fe N° 20”. Además, el tucumano fue un protegido del masón corsario Giuseppe Garibaldi, y más tarde de Giuseppe Mazzini, otro conspicuo miembro de la masonería universal. Ambos lo ingresaron en una asociación llamada “la Joven Italia”, que se manejaba de manera secreta y muy similar a los ritos de la orden. En Argentina, y durante los primeros años de la Santa Federación, Juan Bautista Alberdi conspiraba también secretamente en la Asociación de Mayo que dirigía Esteban Echeverría. También tenía carácter masónico y actuaba bajo los auspicios de los franceses. Alertado Juan Manuel de Rosas de los viles intereses que la Asociación de Mayo perseguía, la suerte de Alberdi fue la expatriación. La historiografía liberal triunfante luego de Caseros (1852), premiaría al masón Juan Bautista Alberdi construyéndole su tumba en el cementerio de la Recoleta, dándole la espalda al sepulcro donde descansa parte de la familia de su enemigo político número uno.

El cementerio británico (también llamado de “los disidentes”) de la ciudad de Buenos Aires, contiene como mínimo unas 17 o 18 tumbas masónicas, algunas de las cuales pertenecen a figuras de la colectividad hebrea. Recorriendo ese lugar, que contiene tumbas gloriosas como la del artillero de la Marina de Guerra Juan Bautista Thorne, héroe de Vuelta de Obligado y el Tonelero (1845 y 1846, respectivamente), pueden apreciarse tumbas con los símbolos de la escuadra y el compás, unas combinadas con inscripciones en idioma hebreo, o bien con ramas de acacias.

Los símbolos masónicos por excelencia: la escuadra, el compás, la letra G y sendas ramas de acacias. Lápidas como éstas pueden verse en el cementerio británico de Buenos Aires, incluso las hay así pero con palabras en idioma hebreo.

Recordemos que los asesinos de Hiram (el arquitecto y constructor del Templo de Salomón o Jerusalén), hablamos de Jubelas, Jubelos y Jubelum, enterraron su cuerpo junto con una rama de acacia. “La acacia significa el paso del invierno al verano, o sea, la renovación de la vida y la naturaleza”, nos dice Monseñor Meurín en “Simbolismo de la Masonería”. Salomón era hijo de David, rey de los judíos.

Por último, diremos que el Gran Templo de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones, que se encuentra en la calle teniente general Perón 1242, Buenos Aires, conserva en la parte superior de su frente la estatua de Moisés, como la que tiene el monumento y mausoleo del traidor Bernardino Rivadavia.

Según algunas crónicas, existieron en la fachada del templo masónico de Buenos Aires varias figuras alusivas a la internacional satánica, perdurando en el tiempo únicamente la del máximo profeta del pueblo hebreo.

lunes, 14 de diciembre de 2009

IDEOLOGIAS POLITICAS DEL PODER MUNDIAL: LA IZQUIERDA, EL CENTRO Y LA DERECHA

En el siglo XX, tal vez fue el Nacional Justicialismo quien mejor visualizó la trampa dialéctica y política de la "izquierda-centro-derecha". En este afiche propagandístico, se resalta que el peronismo es pendular y que oscila entre el individualismo capitalista y el colectivismo comunista, pero que no es una ideología de "centro".

Un reiterado infantilismo es el que cometen bastantes militantes y compañeros del nacionalismo argentino cuando, por querer desafiar a un interlocutor, dicen: “yo soy de derecha”. Anida allí una dialéctica muy bien urdida por el marxismo, la cual consiste en encasillar humillantemente a quienes sostienen los valores de Dios y de Patria, manifestando que “los de derecha son reaccionarios, fascistas, golpistas, nazis, milicos, antisemitas o retrógrados”. Y desde los sectores liberales y conservadores, es decir, la verdadera posición de derecha como veremos más adelante, alegan que “los de derecha son retrógrados, demagogos, atrasados, antisemitas o populistas”. Nos encontramos, entonces, con que el sistema trata a quienes sostenemos los valores permanentes de Dios y de Patria con los siguientes epítetos:

Desde la izquierda: reaccionarios, fascistas (o fachos), golpistas, nazis, milicos, retrógrados.

Desde la derecha: retrógrados, demagogos, atrasados, antisemitas, populistas.

En este aparente juego de títulos y etiquetas, unos (los izquierdistas) se asumen como tales, seguramente apañados por esa avalancha de subversión cultural mundial que hoy los tiene como lo “políticamente correcto”. Los otros (los derechistas) no se asumen como tales, aún a sabiendas de que a una postura de izquierda le merece, como contrapeso, otra postura de derecha. La globalización necesita posturas de izquierda y de derecha para ejercer su dominio lo más tranquilo posible; si nos detenemos en el tiempo, notaremos que fue el período de la llamada “Guerra Fría” la que mantuvo en una regia coordinación y cooperación a los regímenes que adoptaban políticas de derecha e izquierda. Podemos nombrar, para el caso, los convenios económicos de la ex URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) con el Proceso de Reorganización Nacional argentino, o los acuerdos firmados entre la China comunista de Mao Tse Tung con el gobierno republicano estadounidense de Richard Nixon, entre 1972-1974. Y como éstos, varios ejemplos más de ese equilibrio entre posiciones aparentemente contrapuestas se nos vienen a la mente al ir desarrollando esta temática.

Pero, ¿qué es la izquierda, qué la derecha y qué el centro? En el presente siglo XXI, y de acuerdo a los medios masivos de desinformación, el ideario político se movilizó únicamente por y desde posiciones de “derecha” o “izquierda”. Ya no hay, ni hubo, ni existió siquiera, para los desinformadores, una tercera posición que se oponga a ser parte de “la derecha” o de “la izquierda”. En tan pobre análisis mediático, Juan Manuel de Rosas fue “de derecha”, y está al lado del teniente general Jorge Rafael Videla… O el masón y almirante Emilio E. Massera comparte la galería con el “derechista” general Julio Argentino Roca. Y vale lo mismo poner a la vieja familia oligárquica Martínez de Hoz con el actual dirigente del campo Eduardo Buzzi. La Biblia y el calefón, todo junto.

Es esa mediocridad de los tiempos que corren la que omite decir que el peronismo fue una tercera posición alejada de posturas de derecha y de izquierda, porque, como intentábamos explicarlo, a la globalización le conviene resumir todo en derechas e izquierdas. Una ideología política superadora de dichos planteamientos, como supo serlo el Nacional Justicialismo o el federalismo de don Juan Manuel de Rosas, equivale a asestarle a la sinarquía internacional una bofetada ejemplar.

De hecho, al crearse el Consejo Nacional de Posguerra el 6 de septiembre de 1944, Juan D. Perón exclamó que
“la labor para lograr la paz interior debe consistir en la anulación de los extremismos capitalistas y totalitarios, sean estos de derecha o izquierda, partiendo de la base del desarrollo de una acción política, económica y social adecuada por parte del Estado y de una educación de los individuos encaminada a elevar la cultura social, dignificar el trabajo y humanizar el capital, especialmente, y reemplazar los sistema de lucha por el de colaboración”.



ORIGEN DE LA “IZQUIERDA-CENTRO-DERECHA”

Veamos lo que entendía el periodista Víctor Sueiro sobre los vocablos políticos “izquierda”, “centro”, “derecha”, según una nota de abril de 1991 de la revista Conocer y Saber:

“Es mucho más fácil barrer una escalera desde abajo hacia arriba que analizar aquí el descalabro político-social que se vivía en Francia poco antes, durante y después de la famosa revolución que en 1789 cambió la historia del mundo, para bien o para mal. Lo que no admite discusión es que, en efecto había un gran descalabro de tipo político-social. Para tratar de que las cosas salgan lo mejor posible se reunían cuando podían o era necesario los llamados Estados Generales, lo que hoy sería una Asamblea General Constituyente, ya que todos estaban representados allí. No vamos a decir que se ponían de acuerdo porque mentiríamos. Pero estar, estaban.

Por entonces los Estados Generales eran tres: la Nobleza, el Clero y el Pueblo. Se ubicaban siempre en los mismos lugares cada grupo. Y si uno los miraba de frente, encarándolos, la Nobleza se hallaba a la derecha; el Clero en el centro y el Pueblo –primera vez tenía voz y voto- a la izquierda. Según parece de allí surgió y para siempre esa identificación. También nacía allí lo que muchísimo después se llamaría “lucha de clases”, aunque el tiempo y otros detalles de la vida han mezclado a menudo a unos con otros, lo cual no es ni bueno ni malo. Sencillamente ocurre. Y en las revistas políticas lo cuentan muy lindo, pero ésta es otra historia y no la nuestra”.


A esta explicación del desaparecido Sueiro, hay que añadir algunas cosas más. Como que su opinión sobre el origen de la “izquierda-centro-derecha” es la que más comúnmente se ha difundido. Por lo tanto, triste resulta identificarse, como lo hacen muchos nacionalistas y católicos, con “la derecha”, si tenemos en cuenta que su origen se remonta a la masónica Revolución Francesa de 1789.

A finales del siglo XVIII, ser de izquierda significaba ser liberal, por más paradójico que hoy resulte esta afirmación. Sino, veamos lo que la propia masonería entiende sobre el ser liberal (obra “Masonería. Historia de los Hermanos Tres Puntos”, de Alberto J. Triana –Padre Atilio Röttjer-):


“El liberalismo –última consecuencia del racionalismo- ha minado civilizaciones, aplastado religiones y destruido patrias. La difusión de esta ideología liberal se la debemos a los masones que concentraron la quintaesencia de su ideario en los treinta y cinco volúmenes de la Enciclopedia, editada por la Gran Logia de Francia, bajo la dirección de Diderot y D’Alembert, desde 1751 al 1765. Federico Nicolás –el Diderot alemán- hizo otro tanto en Alemania con su “Biblioteca Universal”.

El masón [Emilio] Grisar ya había dicho refiriéndose a la doctrina encarnada en todos los miembros de la “hermandad”: “El liberalismo somos nosotros; nosotros su pensamiento, su alma y su vida”. Como el liberalismo masónico se halla en diametral oposición con el catolicismo, el órgano oficial de la masonería belga reconoció, en abril de 1875, que “lógicamente nadie puede ser “liberal” en política y católico romano en religión”.


Valga esta última sentencia para varios liberales que se dicen católicos como el periodista Mariano Grondona, entre otros. Como vemos, el liberalismo fue tomado por la masonería en los siglos XVIII y XIX como aquella ideología política que, emergiendo de la burguesía triunfante de la Revolución Francesa, estaba llamada a destruir todo vestigio de religión, de patria y de moralidad.

Teniendo en cuenta que el propio poder mundial distorsionó al liberalismo hasta convertirlo en una tendencia política de derecha, si un hombre de Fe y nacionalista se dice “de derecha”, estaría contrariando absolutamente sus propias creencias: o sería una perfecta víctima de la dialéctica proveniente de la izquierda del sistema mundial, o bien, estaríamos ante un perfecto idiota con nula o escasa preparación.

Una postal de la mentada "Guerra Fría", donde la derecha y la izquierda políticas se unen: corría el año 1979, y dos personajes del poder mundial se mostraban charlando distendidamente. Ellos son el liberal general Benito Reynaldo Bignone y el marxista-leninista Fidel Castro Ruz. Era cuando en la ONU (Organización de las Naciones Unidas), ambos regímenes cubrían sus violaciones a los DD.HH., una vez que los mismos perdieron el apoyo que les dieron las potencias imperialistas.

Como quiera que sea, y tal cual lo sostienen los propios personeros de la Internacional Masónica, ningún católico ni ningún nacionalista puede considerarse un hombre político de “derecha”, “centro” e “izquierda”. Simplemente porque lo que se planteó para el mundo a partir de 1789 es la antítesis perfecta y absoluta de lo que predica un cristiano y un ser que ama sus tradiciones, sus valores y sus costumbres, o sea, todo aquello que le brinda su terruño patrio.


INGLATERRA PIONERO EN LA DIVISION POLITICA “IZQUIERDA-CENTRO-DERECHA”

No obstante todo lo anterior, parece ser que en verdad el origen de la división “izquierda-centro-derecha” que aplica el poder mundial en la política está situado en Inglaterra, en el siglo XIII.

Una carta de lectores titulada “Nace la izquierda”, suscripta por el arquitecto y urbanista Carlos Daniel Colombo para el diario “La Nación” el 26 de julio de 2003, así decía:


“En las últimas semanas he leído y escuchado diversas opiniones sobre el alineamiento del gobierno del doctor Kirchner a políticas de izquierda. Algunas opiniones vertidas por algunos periodistas dan como iniciadores del uso del término a los asambleístas de la Revolución Francesa.

“Sin embargo, según tengo entendido, dicha diferenciación se gestó en el siglo XIII en Gran Bretaña, durante el reinado de Eduardo I, cuando comienza a establecerse de manera informal la Cámara de los Comunes, separada de la Cámara de los Lores.

“Aparece poco después la figura del “speaker” o moderador, representante en un principio del rey, quien efectivamente dividió a dicha cámara en dos, los que se sentaban a la izquierda, los liberales primero y laboristas luego, y los que se sentaban a la derecha, los conservadores”.


Y al desentrañar la evolución del liberalismo de una política de izquierda a otra emparentada con la derecha, siempre bajo las reglas del poder mundial, sigue diciendo el arquitecto Colombo:

“Durante su evolución a lo largo de varios siglos el ala izquierda de la Cámara de los Comunes aprobó leyes, tales como, la de la abolición de la esclavitud en 1833, así como la prohibición del trabajo de los niños, seguridad en las fábricas, límite de 8 horas para la jornada de trabajo de los mineros, seguro de desempleo y servicio de asistencia médica gratuita, etcétera, leyes que contribuyeron a crear lo que es conocido hoy como el “welfare state” o estado de bienestar.

“Algunas de estas leyes fueron adoptadas e incluidas posteriormente en nuestra legislación.

“Irónicamente debido a estas leyes aprobadas por los legisladores “izquierdistas”, el pueblo británico es hoy uno de los más conservadores del mundo”.


Será necesaria otra nota más para tratar este tema de la “izquierda”, el “centro” y la “derecha” en la política. Por ahora, sirvan estas líneas para ir aclarando el panorama.

jueves, 3 de diciembre de 2009

CARLOS MIGUEL KUNKEL, ¿RECUERDA ESTE DOCUMENTO?


Volvemos a actualizar este espacio, el de la Agencia Informativa Ciriaco Cuitiño, publicando de modo exclusivo -por lo menos, en lo que refiere al soporte digital de Internet- el documento que decretó, a comienzos del año 1974, la expulsión del traidor hebreo Carlos Miguel Kunkel del Movimiento Nacional Justicialista por tratarse de un agente de la delincuencia subversiva marxista de aquellos años.

Aunque es vox populi que no pocos de los actuales dirigentes de la administración pública fueron subrayados como subversivos e infiltrados marxistas hasta por el propio Juan D. Perón, muchas veces lo que el público quiere ver es alguna prueba más o menos contundente, para darse cuenta de que aquello que pareció ser una opinión pública dispersada, era, en los hechos, algo concreto y cierto.

La necesidad de publicar documentos sobre los lamentables años de 1970 apuntan al propósito de poner las cosas en su justo lugar, dado que desde 1983 al presente, no se ha visto otra actitud tan errada como la de comentar actos terroristas como "acciones heroicas", o la de presentar a terroristas subversivos como "jóvenes idealistas"; y así con el infame listado de la modificación contumaz y bochornosa.

Si hacemos un poco de memoria, diremos que Carlos Miguel Kunkel (cuyo nombre de Guerra en la subversión era "Mario" o "Comandante") había sido uno de los 8 diputados pertenecientes a la llamada Tendencia Revolucionaria que, fundamentalmente, eran la parte "legal" de la infiltrada Organización Montoneros dentro del peronismo. Aquellos ocho diputados, eran las voces de las exigencias -bombas y secuestros mediante- de la guerrilla subversiva.

Cuando tiene lugar el 19 de enero de 1974 (tercer gobierno democrático y constitucional de Juan Perón) el ataque y copamiento de la Guarnición Militar de Azul del Ejército Argentino, donde un nutrido número de extremistas del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) quisieron apoderarse de la mayor cantidad de armamento y municiones posibles, el presidente Perón, a los pocos días, resuelve endurecer el Código Penal. Esta decisión fue cuestionada por la JP (Juventud Peronista), por los cuadros dirigenciales de Montoneros y, en resumen, por todo el arco subversivo marxista.

Como esta oposición era lisa y llanamente una traición al conductor del Movimiento Nacional Justicialista, Juan Perón decide invitar a la Juventud Peronista (sus máximos dirigentes, entre ellos, también, a los 8 diputados de la Tendencia Revolucionaria) para una conferencia que se llevaría a cabo el 7 de febrero de 1974. Lo que no sabían los dirigentes subversivos era que, además de hablar con el caudillo, iban a estar presentes las cámaras de los medios televisivos, radiales y gráficos del país. Por lo tanto, y al presuponer del teniente general Perón, la charla iba a ser abierta, cruda y sincera, sin medias tintas.

En dicha elocución, el entonces presidente de la Nación expresó que "Lo que tenemos que hacer es ponernos de acuerdo; si no, pasarán cosas verdaderamente aberrantes, como un grupo de peronistas que se opone a que se sancione al terrorismo. Entonces, ¿están en el terrorismo? El peronismo no está en el terrorismo; por lo tanto, el peronismo está contra el terrorismo. ¿Cómo se puede conciliar una cosa con otra? ¿Cómo se puede estar en el gobierno y no dar los medios indispensables para que él se pueda defender? ¿Qué quieren: que el Gobierno caiga?

“Es decir, hay cosas que verdaderamente no se pueden explicar. Antes de pensar en una organización, hay que pensar que sea realmente una organización, y no una bolsa de gatos que dentro de poco empiecen nuevamente a mostrar las uñas. Por ello, es necesaria esa purificación...".

Ya eran tiempos de definiciones, por eso, como medida preventiva para poner un freno a los copamientos y al accionar de los terroristas, Juan Perón remueve al Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Oscar Raúl Bidegain, por dos motivos:

1) Por no haber evitado o previsto que en la ciudad bonaerense de Azul, la subversión estaba por realizar un ataque y copamiento de semejante magnitud, y;

2) Porque Bidegain era simpatizante de la Organización Montoneros, o sea, simpatizaba con la subversión marxista. Tal fue su simpatía que, hacia 1977/1978, fundó junto a los remanentes desperdigados de la subversión el MPM (Movimiento Peronista Montonero) en el exilio tranquilo de Europa.


CARLOS MIGUEL KUNKEL: TRAIDOR

Decíamos, también, que del Movimiento Peronista habían sido expulsados los 8 diputados nacionales de la Tendencia Revolucionaria, entre quienes estaba el que fuera, durante la administración de Néstor Kirchner (2003-2007), Subsecretario General de la Presidencia de la Nación: Carlos Miguel Kunkel.

El documento que encabeza esta nota es la prueba irrefutable de su Alta e Infame Traición al teniente general Juan Domingo Perón y al movimiento por él fundado, que lo desenmascara y lo muestra, ante la sociedad toda, en su verdadera naturaleza de cipayo infiltrado.

Reproducimos el documento en cuestión, para que nuestros lectores no tengan dudas sobre lo que el mismo dice y señala:


"Ante los gravísimos acontecimientos de dominio público y CONSIDERANDO:

Que en la vasta coyuntura histórica que vive la patria, se encuentra en juego su destino de Nación independiente y grande.

Que es esta circunstancia de acuerdo a una antigua norma, muy cara al Movimiento y a su Jefe, es gravísima traición estar en los dos bandos o no estar en ninguno.

Que en el caso de los diputados Vidaña, Vittar, Glellel, Kunkel, Iturrieta, Muñiz Barreto, Díaz Ortiz y Croatto, estos eternos principios de conducta han sido violados con singular contumacia, desde que accedieron todos ellos a la grave responsabilidad de representar dignamente a nuestro Movimiento, que tiene una clara y precisa doctrina y a su creador y jefe el Teniente General Perón:
...Por todo ello el Consejo Superior del Movimiento Nacional Justicialista

RESUELVE:

1°: Expulsar del Movimiento a los señores Roberto Vidaña, Rodolfo Vittar, Jorge Glellel, Carlos Kunkel, Aníbal Iturrieta, Diego Muñiz Barreto, Santiago Díaz Ortiz y Armando Croatto."

Agregamos, a modo de contemplar mejor el origen y la procedencia de los delincuentes marxistas de Montoneros, que el nombrado "Diego Muñiz Barreto [fue], asesor en el gobierno del general Onganía y de estrecha vinculación con Enrique Miori Pereyra. En 1973 Muniz (sic) Barreto fue elegido diputado nacional por Montoneros. Fue asesinado en 1977", según la obra "Aramburu: El Crimen Imperfecto", de Eugenio Méndez.